
Jensen Huang, optimista
Jensen Huang no ve en la IA una amenaza, sino una oportunidad histórica para redefinir el trabajo humano hacia funciones más creativas y de mayor valor.
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En una “entrevista” publicada en julio de 2025, Jensen Huang, director ejecutivo de Nvidia, planteó una visión clara y optimista del impacto de la inteligencia artificial en el mundo del trabajo. Frente a los discursos más pesimistas que anticipan una destrucción masiva de empleo, Huang defiende que, como en otros momentos clave de la historia tecnológica, la IA no reducirá las oportunidades laborales, sino que las transformará.
Según Huang, todos los trabajos se verán modificados por la IA, pero no sustituidos. Su función será complementar las capacidades humanas, liberando a los profesionales de tareas repetitivas y abriendo espacio para que se enfoquen en problemas más complejos, creativos y estratégicos. “Cada trabajo será aumentado por la IA”, afirmó, subrayando que la tecnología, bien integrada, puede enriquecer la calidad del empleo y no empobrecerlo.
Huang no ignora los riesgos: si se frena la innovación o se pierde la capacidad colectiva de generar nuevas ideas, el aumento de la productividad podría no traducirse en creación de empleo. Pero su planteamiento es claro: siempre que se mantenga viva la dinámica inventiva de la sociedad, la IA puede actuar como catalizador de nuevas funciones, productos y sectores. No se trata solo de adaptarse, sino de imaginar nuevas formas de contribuir.
Una parte central de su argumento reside en la importancia de una cultura de conocimiento abierto. Frente a modelos de desarrollo tecnológico cerrados, Huang defiende una aproximación más parecida a la ciencia médica, en la que los descubrimientos y avances se comparten. Esta apertura, afirma, no solo acelera la innovación, sino que también democratiza el acceso y permite que más personas participen en el diseño del futuro laboral.
Este enfoque es compartido por otros referentes del sector tecnológico, que ven en la IA no un sustituto de lo humano, sino una herramienta para expandir lo que podemos hacer juntos. Las oportunidades laborales del mañana no se limitarán a los desarrolladores o especialistas en datos, sino que incluirán a educadores, mediadores, diseñadores de interacción, supervisores éticos y profesionales capaces de trabajar en colaboración con sistemas complejos.
Incluso quienes no tienen formación técnica podrán utilizar sistemas conversacionales para programar o adaptar soluciones digitales a sus contextos. Esta accesibilidad ampliará el campo de aplicación de la IA y reducirá la brecha de competencias que hoy preocupa a muchas organizaciones.
En última instancia, el mensaje es claro: no se trata de proteger el trabajo tal como lo conocemos, sino de participar activamente en su redefinición. El futuro profesional será más dinámico, más híbrido y más colaborativo. Y para quienes estén dispuestos a aprender, adaptarse y crear, la IA no será una amenaza, sino una invitación a hacer más y a hacerlo mejor.