
Thinking, Fast and Slow. And elsewhere
Pensar no ocurre solamente en nuestra mente: empieza en los sistemas que deciden qué vemos, qué ignoramos y cómo llegamos a creer que elegimos.
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Desde que Daniel Kahneman publicó Thinking, Fast and Slow, la idea de que nuestro pensamiento se divide en dos sistemas —uno rápido e intuitivo, otro lento y deliberativo— ha servido para explicar cómo tomamos decisiones, procesamos información y caemos en sesgos. Pero en 2025, esa distinción parece ya no ser suficiente.
Un nuevo enfoque, desarrollado por investigadores de la Università Cattolica del Sacro Cuore plantea la existencia de un Sistema 0: una capa previa al pensamiento humano, alimentada por la interacción con sistemas artificiales. Esta propuesta no busca modificar la teoría de Kahneman, sino extenderla: hoy, parte de nuestras decisiones están condicionadas antes incluso de que nuestro juicio —rápido o lento— entre en juego.
No se trata de ciencia ficción. Las recomendaciones automáticas, las interfaces predictivas, los motores de búsqueda personalizados y los filtros inteligentes reorganizan el entorno cognitivo de forma constante. No piensan por nosotros, pero sí determinan qué opciones consideramos, cuál información recibimos primero y qué estímulos priorizamos. En términos cognitivos, eso es influir sin intervenir de forma explícita.
Este Sistema 0 opera fuera de nuestra mente, pero incide en ella. Es externo, no humano, pero no por ello irrelevante. En muchos casos, su presencia es útil: reduce fricción, evita sobrecarga y nos orienta entre la abundancia de opciones. El problema no es su existencia, sino su opacidad. Al intervenir en el preámbulo del pensamiento, condiciona sin rendir cuentas.
Mientras el Sistema 1 puede ser impulsivo y el Sistema 2 agotador, el Sistema 0 plantea otra dimensión: la configuración previa del entorno mental. ¿Qué pasa cuando dejamos que una lógica externa determine, por ejemplo, qué variables son relevantes para una decisión laboral, sanitaria o educativa? ¿Cuándo el criterio deja de ser nuestro, aunque la elección aún parezca libre?
El artículo académico subraya que la interacción humano-máquina debe ser rediseñada desde la consciencia de este nuevo nivel. No basta con optimizar flujos o mejorar interfaces: se requiere una arquitectura cognitiva explícita, que permita al usuario entender qué mecanismos operan antes de su propio juicio.
Este cambio exige una revisión ética, técnica y también cultural. Porque si el pensamiento se inicia fuera del sujeto, entonces las decisiones ya no pueden analizarse solo en términos individuales. La responsabilidad se reparte entre quien decide y quien diseñó el contexto en que esa decisión ocurrió.
Kahneman nos enseñó a reconocer nuestras trampas mentales. Hoy, el reto es identificar quién prepara el escenario en el que esas trampas —y muchas de nuestras opciones— aparecen.